El inicio de la guardería es un gran paso en la vida del niño o del bebé y un punto de inflexión en su desarrollo y maduración. La adaptación es uno de los momentos más delicados para familia y colegio en el inicio de la aventura. Lo más conveniente es una entrada progresiva, de unas pocas horas (dos o tres) los primeros días e ir aumentando hasta completar la jornada en un periodo de tiempo breve. Pero cada centro educativo tiene su estilo propio y cada bebé responderá de una manera, en función de la edad y de si se ha separado mucho o poco de los padres.

Una persona no se adapta a un nuevo ambiente, a un nuevo lugar y a nuevas personas en dos horas ni en dos días. Los niños tampoco. La finalidad del periodo de adaptación es que el niño vaya conociendo el nuevo entorno, su nueva profesora y sus nuevos amigos y amigas para que acabe sintiendo que está en un lugar seguro, incluso cuando su madre o padre no están con él.

 

¿Qué edad es idónea para empezar el colegio?

Esta es una de las preguntas más frecuentes que se hacen las madres y padres. No existe una edad ideal para empezar ni tendría ningún sentido que hubiera, puesto que este es un proceso en el cual intervienen muchos factores. Es innegable que como casa, en ninguna parte. El vínculo que genera el bebé con la madre y con el padre es muy importante, pero a veces este periodo de tiempo puede variar según:

  • Criterios relacionados con la localización, la flexibilidad de horarios o el apoyo que reciben los padres por parte de los abuelos u otros familiares.
  • Aspectos relacionados con la criatura: fecha de nacimiento, estado de salud, nivel de autonomía y desarrollo madurativo.
  • Factores dependientes del sistema: accesibilidad a la escolarización, coste de esta y la duración de permiso laboral de los padres después del nacimiento.

 

¿Por qué el último semestre de P2 es un buen momento para hacer la adaptación?

Desde Institució Lleida destacan tres:

  1. La creación de vínculos es progresiva. Se relacionan con las profesoras de forma gradual antes del verano. Empiezan a hacer amigos con los cuales se reencontrarán en septiembre.
  2. El ambiente es distendido y la adaptación a los ritmos es más tranquila. En septiembre hay más alumnos nuevos que en enero y la adaptación de todos a la vez es más difícil tanto para las profesoras como para los alumnos. El llanto se contagia y es innegable que en enero hay menos criaturas que se encuentren en fase de adaptación y, por lo tanto, el proceso de superación del llanto es más breve.
  3. Niños y maestros van a una y la atención a todos es muy positiva. Además, ellos mismos acogen a sus nuevos compañeros de P3 y les muestran con confianza los rincones y rutinas del día a día en la escuela.