Los terribles 2 años
La etapa de los dos años está llena de cambios, los niños y niñas dejan de ser pequeños y empiezan a crecer a todos los niveles
Las pataletas acostumbran a ser una respuesta de un estado de ánimo del niño. Cuando los adultos vivimos una situación incomoda o tenemos un desengaño podemos razonar. Los niños, en cambio, expresan sus emociones con llantos y/o gritos. Manifiestan así, una inquietud interior. Además, muchas veces se les suma la frustración que sufren por no saber comunicar adecuadamente lo que les sucede.
Podríamos decir que es una etapa revolucionaría para ellos: A nivel motriz empiezan a andar sin cochecito, comen solos, corren; a nivel social empiezan a distinguir las emociones; a nivel lingüístico pueden establecer conversaciones, aprenden a obedecer órdenes básicas y a participar en el juego simbólico.
Todos estos adelantos en el desarrollo los alientan a probar cosas nuevas, a indagar, a lograr nuevos retos. Esto se traduce, a ojos de los adultos, en un carácter egocéntrico, puesto que los niños se expresan de la manera que saben: con “rabietas” porque quieren salirse con la suya. Su vocabulario se reduce a un “No” constante.
De este modo, los padres, viven esta etapa con angustia, puesto que no saben cómo resolver estas situaciones y muchas veces, todo ello, conduce a un ambiente familiar de estrés. Así, en esta etapa se la conoce coloquialmente como “los terribles 2 años”.
Miriam Sala, Coordinadora de la Guardería de Institució Airina e Ivette Rodríguez, maestra de P2 en el mismo colegio, comparten su experiencia con nosotros.
¿Cómo podemos acompañar nuestros hijos en esta etapa de cambios y revolución interior?
Cada niño es un mundo, cada hijo es único y esto no lo podemos perder de vista. Por eso nuestras maestras de Institució Airina, nos ayudan con una serie de tips o consejos que han adquirido a lo largo de sus años como docentes en la etapa de Guardería e Infantil.
La mayoría de veces lo que necesitan los niños es simplemente expresar y sacar de dentro del torrente de emociones y sensaciones que sienten en su interior, puesto que no son capaces de ordenar ni de poner nombre a éstas. Nuestra tarea es acompañarlos en este momento.
Cuando están en el punto álgido, no podremos hacerlos razonar, solo estar a su lado. Necesitan el contacto físico, sentirse queridos y acompañados: un abrazo, una caricia, uno “estoy aquí contigo”. Habrá niños, pero, que no querrán el contacto físico, tenemos que conocer y respetar las necesidades de cada uno.
Una vez se calman, es cuando podemos poner nombres a sus emociones. De este modo los iremos ayudando a entender y ordenar sus sentimientos. Es muy importante que verbalicemos lo que han vivido. Te has puesto muy triste, ¿verdad? ¿No te gusta la verdura? Pero, ¿sabes qué? La verdura te ayudará a ser muy mayor y muy fuerte, y a no ponerte enfermo. Hagamos una cosa, comes un poquito y después cogemos un yogur de fresa que te gusta mucho.
“No dejar que el niño pase la pataleta, es no dejarlo crecer. Tenemos que ayudar a nuestros hijos a que sean emocionalmente fuertes. Por eso es tanto importando que en esta etapa los ayudemos a entender y a poner nombre a sus emociones, al que están sintiendo”. Declara la Ivette.
Pautas para crear un entorno adecuado
También hay una serie de pautas que nos pueden ayudar a crear un ambiente adecuado y seguro donde los pequeños puedan expresarse sin miedo. Miriam Sala, coordinadora de la guardería de Institució Airina, nos las desvela:
- Rutinas. A los niños les da seguridad seguir unas rutinas y les ayuda a anticiparse. Puesto que cuando están cansados o tienen hambre es más fácil que hagan una rabieta.
- Darles autonomía, que se sientan útiles. Tenemos que aprovechar que los niños se van haciendo mayores y son capaces de hacer pequeñas tareas, les gusta sentirse útiles y formar parte del núcleo familiar. Nos pueden ayudar en las tareas de la vida cotidiana, como por ejemplo: poner la mesa, poner la ropa a la lavadora…
- Mantener la calma. Dejar que la rabieta pase y mostrar calma ante el niño.
- Establecer unas normas o límites. Tienen que ser claros y los tienen que cumplir todos los miembros de la familia para ayudar a los pequeños.
- Pasar tiempo con los hijos. Es muy importante poder pasar tiempo con los hijos. Tiene que ser tiempo de calidad que les ayude ha establecer unos buenos vínculos y que les de seguridad y confianza. Pero, lo más importante es que se sientan amados.
Tenemos que pensar que las rabietas forman parte de una etapa madurativa y que, tarde o temprano, acabará pasando, aprendamos a disfrutar de los buenos momentos que nos da cada etapa.