Entre los 14 y los 16 meses de edad, el niño comienza a desafiar la autoridad de sus mayores. Les pone a prueba negándose a hacer lo que le piden y haciendo las cosas que le han dicho que no debe hacer. Estos desafíos forman parte de un comportamiento normal para reafirmar su personalidad y su autonomía.

Hacia el final del segundo año –como comentamos en esta otra entrada del blog– algunos niños responden de manera encolerizada cuando reciben una respuesta negativa a sus desafíos o cuando se les obliga a hacer algo que no desean hacer. Chillan, gritan, dan patadas, se tiran al suelo o lanzan objetos con furia.

Las rabietas son una forma en la que un niño de corta edad expresa sus emociones fuertes antes de aprender a expresarlas de una forma socialmente aceptable.

A medida que un niño de corta edad aprende más y se hace más independiente, quiere hacer más de lo que puede controlar física y emocionalmente. Esto es frustrante para el niño y las frustraciones se expresan de varias formas.

Las llamadas rabietas infantiles son síntomas con tres posibles causas, si las conocemos y las respetamos nos será mucho más sencillo pasar por ellas y hasta prevenirlas. Las razones por las que un niño puede tener una rabieta son fundamentalmente tres:

  • El niño tiene una necesidad fuerte de tipo físico: hambre, sed, sueño, cansancio, agotamiento mental. Si eres capaz de preveer y evitar estas situaciones estarás preparado para actuar antes de que tu hijo llegue a su límite.
  • No tienen información suficiente sobre las consecuencias de su comportamiento. Hay que explicárselas serenamente y de un modo que puedan asimilar. Los niños son muy empáticos y desean complacernos. Y entienden mucho mejor de lo que creemos lo que les decimos.
  • El niño siente miedo o frustración y necesita liberar esos sentimientos llorando o rabiando. Su autocontrol es pequeño y están inmersos en un mundo que cada día los pone en situaciones nuevas que les pueden causar preocupación o asustarlos. Necesitan dejarlo salir y nosotros, en esos casos, podemos acompañarlos.

Es una forma por la que el niño comunica sus sentimientos. Los padres pueden aprender de sus hijos comprendiendo la situación que provocó la rabieta.

Consejos útiles para responder durante una rabieta de tu hijo/a

  1. Mantén la calma.
  2. Ignora al niño hasta que siga haciendo lo que estaba haciendo antes de que se produjera la rabieta.
  3. Evita los golpes, bofetadas u otros castigos físicos.
  4. No te rindas a la rabieta. Cuando los padres se rinden, los niños aprenden a utilizar una conducta inapropiada para salirse con la suya.
  5. No «sobornes» a tu hijo para parar la rabieta. El niño entonces aprende a actuar incorrectamente para conseguir una recompensa. Como hablábamos hace unos días, es importante que aprendamos a decir NO a nuestros hijos.
  6. Quítale de las manos todos los objetos potencialmente peligrosos o retíralos del camino.
  7. Utiliza un descanso durante un corto período de tiempo para permitir que el niño recupere el control.

Para tranquilidad de los padres las rabietas no duran de por vida. Es conveniente que analicemos los comportamientos del niño para tratar de averiguar cuándo se producen estas reacciones y si podemos detectar la causa para evitarla.

Gestionar las rabietas de los niños es una tarea desagradable y complicada para los adultos que genera sentimientos negativos como el enfado, culpa o tensiones. Hay que tener presente que la calma y mantenerse firme es vital en estas situaciones. Los niños necesitan modelos de comportamiento que les enseñen a gestionar y comprender sus propios comportamientos, y no chillarles o ponerles nerviosos.

Malena Carbonell- Coordinadora de Infantil Aixa (Institució Mallorca)