Para familias con hijos de 1 a 3 años

Entendemos por autonomía la capacidad del niño para poder decidir por sí solo, y resolver las situaciones del día a día en que se va encontrando, sin necesidad de ayuda por parte del adulto.

Los adultos realizamos nuestras necesidades básicas de alimentación, higiene y descanso de manera automática, a menudo sin darnos cuenta de aquello que estamos haciendo ni parar mucha atención. Es uno de nuestros papeles, ¡enseñar a nuestros hijos a ser autónomos!

Respetando su necesidad de autonomía, es necesario que el adulto guíe al niño/a hacia el camino de la integración social teniendo en cuenta unos límites, sin hacerlo con prisas, sin hacer juicios, de manera firme y comprensiva al mismo tiempo, haciéndole aceptar las exigencias de la realidad y las reglas sociales.

La adquisición de un hábito es un aprendizaje de tipo funcional, por lo tanto, existen unas fases para este proceso de aprendizaje:

  • Preparación: ver si el niño ha adquirido las habilidades necesarias para iniciar el proceso de aprendizaje de este hábito.
  • Aprendizaje del hábito: hacer que el niño se haga partícipe del aprendizaje del hábito, siempre con nuestra supervisión, ayuda y apoyo cuando le surjan dificultades.
  • Automatización: con la repetición sucesiva será capaz de hacer las acciones implicadas en el hábito, sin tenerle que supervisar.
  • Consolidación: es capaz de llevar a cabo las acciones que implican el hábito en cualquier situación, puesto que ha adquirido las pautas de control y las habilidades necesarias para el desarrollo del hábito.

Ser un niño autónomo es importante tanto para el presente como para el futuro. Además, es una fuente de placer y satisfacción.

Así pues, podemos decir que la autonomía del niño/a es de gran interés por su relación con uno mismo, con el mundo que le rodea y las relaciones interpersonales.

¿Cómo podemos ayudar a ser más autónomos a nuestros hijos/as?

Siempre teniendo cuenta la edad y que cada niño es único y diferente.

  • Comer solos y utilizando los cubiertos.
  • Saber sentarse a la hora de la comida. También, aprovecharemos estos momentos de las comidas para estar juntos y trabajar los valores de la familia y la conversación.
  • Empezar a desvestirse solos.
  • Ponerse y sacarse los zapatos.
  • Ponerse y sacarse la chaqueta.
  • Lavarse las manos y la cara.
  • Andar a solas (dejamos a un lado el cochecito en los trayectos cortos e intentamos no llevarlo/a cuestas).
  • Ayudar en tareas sencillas de casa (por ejemplo: poner la mesa, ayudar a poner la ropa sucia en la lavadora, recoger los juguetes…).
  • Importancia de la psicomotricidad en casa: subir y bajar escaleras, correr y andar por lugares que no sean uniformes (como por ejemplo: la montaña, playa, rampas…).
  • Darles la oportunidad de sentarse solos en el orinal. Aunque es un proceso madurativo y cada niño/a lo hará a su ritmo, entre los dos y los tres años es el momento oportuno para hacer la retirada del pañal. La madurez del lenguaje es un indicador para facilitar el proceso de sacarlo.
  • Retirar el chupete. A partir de los dos años empieza a estallar el habla y tenemos la aparición de casi todas las piezas dentales, los chupetes y todas las tetinas no favorecen al desarrollo del habla ni de la dentición.
  • Aprendemos a beber en vaso y dejar los biberones y los vasos con tetinas.

Para concluir, hay que tener presente que es imprescindible fomentar la autonomía desde muy pequeños, puesto que es bueno que adquieran responsabilidades y entiendan que las cosas comportan un esfuerzo.

 

Carlota Sánchez

Mestra en las Guardería de Institució Les Alzines