Sí, este artículo trata del amor en la pareja, el amor entre mamá y papá. Algo fundamental para nosotros, pero también para nuestros hijos e hijas. De unos padres que se quieren, nace una familia que se quiere. Y de una familia que se quiere, nacen hijos e hijas felices.

Querernos mucho nos hace bien a nosotros: individualmente y como pareja. Pero, además, un amor sano entre mamá y papá tiene un gran impacto en el resto de la familia. Amando bien, educamos a nuestros hijos en el amor, en la entrega, en la generosidad, en el cuidado del otro… Hay que tener en cuenta que todo esto no sale solo. Requiere de dos cosas: voluntad y tiempo. Hay que querer querer y dedicar tiempo a hacerlo.

 

“Amar es contemplar y contemplar es conocer parando el tiempo. Contemplar es, en definitiva, vivir amando”, Alfred Sonnenfeld.

 

En una formación sobre comunicación en la pareja, la coordinadora del Personal Family Project del Departamento de Formación de Institució Familiar de Educació, Natalia Palet, analizaba las “interferencias” que afectan a la pareja (de las que tenemos que ser conscientes) y los “antídotos” para superarlas, manteniendo intacto el amor y haciéndolo crecer.

 

Principales interferencias:

  • No auto/conocimiento.

Más allá de que hombre y mujer seamos distintos, con una singularidad que nos complementa y enriquece, cada ser humano lo es también. Es habitual tender a ver las cosas solo desde nuestra propia mirada, asumiendo que todos las vemos igual. Es importante conocerse a uno mismo y también conocer al otro.

  • Ruido interno.

A veces, las prisas, la vida, el cansancio… nos hacen incorporar malos hábitos involuntarios que afectan a nuestra relación de pareja. Una mala predisposición o un “filtro negro” con el que analizamos el comportamiento del otro, etiquetas acerca de cómo es, desear algo que, aún sin verbalizarlo, exigimos… Todo este ruido acaba condicionando nuestra comunicación en la pareja. La verbal y la no verbal. De repente, el día a día puede llenarnos de negatividad con respecto al otro, las palabras cariñosas pueden desaparecer, y también los gestos. Decía Palet que el cuerpo tiene que ser altavoz de lo que se siente.

  • ¿Hablamos el mismo idioma?

Entendamos “idioma” como “modo de amar”. Todos tendemos a amar como necesitamos ser amados. Pero lo importante, en realidad, es preguntarse cómo el otro necesita ser amado. De nada sirve que queramos mucho en un idioma, si el otro habla un idioma distinto.

 

Algunos antídotos:

  • Verdadero propósito e intención.

Hay que querer querer. No se puede vivir surfeando en la inercia. Uno tiene que querer con el corazón y con la cabeza. Y, de vez en cuando, hay que pararse y escuchar a ambos.

  • Blindar tiempo y energía.

Hay que sacar tiempo de donde sea para invertirlo en el amor de pareja. 15 minutos al día, sin pantallas, sin niños. Tiempo para hablar, para escuchar, para compartir. El amor, decía Palet, requiere mirar y escuchar. Si no miramos al amor de nuestra vida, corremos el riesgo de perderlo de vista.

  • La confianza NO da asco.

A veces mostramos nuestra mejor cara en el trabajo, con los amigos… pero al llegar a casa, salen el cansancio, el estrés… y aplicamos aquello de que “la confianza da asco”. Nuestra mejor cara, no lo olvidemos, debe ser para las personas más importantes para nosotros.

Es hora de romper las dinámicas a las que nos empuja el ritmo del día a día. Pararse. Pensar. Hablar. Mirarse a los ojos y decirse “Te quier… ¿cómo era? ¡Te quiero!”

El Departamento de Formación de Institució ha desarrollado unas dinámicas para trabajar en la pareja y dar apoyo a esta necesidad de pararse y pensar. Buscad un momento y empezar a dibujar juntos un esbozo de vuestras coordenadas de pareja y de familia. Puedes descargar estas dinámicas AQUÍ.

Podéis escuchar las píldoras formativas del Departamento de Formación de Institució en el podcast Family Matters disponible en Spotify.