Ordenar y mantener el orden en casa es una de las luchas diarias más frecuentes de muchas familias. No es fácil conseguirlo, pero merece la pena intentar-lo, ya que el orden tiene un gran impacto en el desarrollo de nuestras hijas e hijos. Es importante que la responsabilidad de mantener el orden en casa no sea exclusiva de los adultos. Es positivo implicar des de bien pequeños a niños y niñas para que asuman el orden como un hábito propio que les acompañe siempre.

El orden no es un capricho estético. El orden va mucha más allá. Impacta en nuestro bienestar emocional y en el desarrollo diario de nuestra familia. Por ello, es importante que les demos valor y que ayudemos a nuestros hijos e hijas a dárselo también.

4 beneficios que aporta el orden a nuestras hijas e hijos:

  1. Estructura y seguridad.

El orden ayuda a establecer rutinas, horarios y límites. Todo ello, les proporciona seguridad y estabilidad. Tener un entorno vital organizado les da confianza y reduce los niveles de ansiedad o estrés.

  1. Desarrollo de habilidades organizativas.

Con el orden se adquieren habilidades organizativas importantes. Los niños aprenden a clasificar, categorizar, priorizar… son habilidades que favorecen su rendimiento académico, la propia gestión del tiempo y la resolución de problemas.

  1. Responsabilidad personal.

El orden les enseña a ser responsables de sus cosas y espacios. Aprenden a cuidar sus cosas su mantener limpio su entorno. Esta responsabilidad personal les ayuda a desarrollar sentido de autonomía y madurez.

  1. Bienestar emocional.

Un espacio limpio y organizado reduce el estrés, favorece la tranquilidad mental y crea un ambiente propicio para el descanso y la relajación.

Tan importante como que los niños sean conscientes de la importancia y el valor del orden, es que sean capaces ellos mismos de generarlo y mantenerlo.

4 estrategias efectivas para fomentar rutinas de orden en nuestros hijos e hijas:

  1. Establecer expectativas claras.

Hay que poner reglas y límites sobre el orden en el entorno inmediato de los pequeños. Dejarles claro como esperamos que lo mantengan les ayudará. Para ellos, no es lo mismo que les digamos “ordena tu habitación”, que “guarda los juguetes en su sitio, organiza el material de trabajo y mete los zapatos en el cajón”. Las órdenes específicas siempre les serán más fáciles de cumplir.

  1. Enseñar con el ejemplo.

Nuestros hijos e hijas aprenden mientras nos observan. Si queremos que desarrollen ciertos hábitos, es esencial que nosotros los practiquemos. Debemos ser un modelo a seguir, asumir el orden como una prioridad familiar y mostrar consistencia en nuestras propias rutinas de orden. Podemos, además, involucrar a nuestras hijas e hijos en nuestras tareas diarias, como doblar la ropa o mantener limpia y ordenada la sala de estar.

  1. Crear rutinas y horarios.

Las rutinas ayudan a los niños y niñas a anticipar lo que viene a continuación. Establecer unos horarios regulares para cada actividad es clave, como la hora de ir a dormir, la hora de hacer los deberes, el tiempo de juego o las comidas. Es importante que haya también un tiempo marcado destinado al orden, y que nuestros hijos e hijas lo tengan claro y lo asuman como cualquier otro tiempo programado. Guardar los juguetes después de usarlos, preparar la mochila por la noche para el día siguiente o recoger la ropa y toalla después del momento del baño. Estas rutinas les enseñan a priorizar, planificar y organizar su tiempo y su espacio.

  1. Reforzar.

Aunque consideremos que mantener su espacio ordenado es su responsabilidad y obligación, siempre es bueno reconocer e incluso elogiar los esfuerzos que hacen para conseguirlo. Reforzar positivamente su comportamiento y apreciar el valor de los que han hecho, será una gran dosis de motivación. Puede ser útil usar recompensas adecuadas según la edad, como pegatinas en un gráfico de tareas o tiempo adicional de juego. Estas estrategias, además de motivarles a seguir manteniendo el orden, les harán apreciar el valor del esfuerzo y la disciplina.

Debemos tener presente que cada niña y cada niño es único, y que por ello es importante adaptar las estrategias a sus necesidades individuales. Lo que sí es común es el impacto del orden físico y vital para su desarrollo.

En los colegios de Institució, se trabaja el orden ya desde bien pequeños. No solo en el aula, sino que también en los demás espacios, como el comedor o el atelier. La autonomía y la responsabilidad se trabajan ya desde preescolar, donde empiezan a construir los adultos que llegaran a ser. Hacer este trabajo en paralelo, en casa y en el colegio, les garantiza a nuestros hijos e hijas seguridad y estabilidad.

 

Puedes seguir leyendo otros posts que te resulten interesantes:

«Mamá, papá, ¿a qué puedo jugar?»

«Mamá, papá… ¡puedo hacerlo yo solo!»