Para que nuestras hijas e hijos lleguen a confiar en sí mismos, primero deben percibir que nosotros lo hacemos. Esto se puede empezar a trabajar desde muy pequeños en casa y en el colegio, haciéndoles sentir capaces de asumir retos y responsabilidades que irán creciendo a medida que ellos lo hagan.

La confianza en sí mismos de niñas y niños empieza en la mirada de sus madres y padres. Solo si los adultos les miramos como personas capaces de llevar a cabo pequeños retos, ellos sentirán que pueden hacerlo.

Por eso, es importante que ya desde bien pequeños, en casa y en el colegio, se fomenten espacios de autonomía y responsabilidad en los que el pequeño tenga un papel importante. Poner la mesa trasladando un vaso de cristal o servir el agua al resto de miembros de la familia. Confiar en que nuestra hija o hijo es capaz de asumir estas responsabilidades es crucial para que llegue a hacerlo.

Para llegar a construir este entorno educativo de confianza es importante que los adultos incorporemos ciertos hábitos en nuestra relación con los pequeños:

  1. Aceptar a cada miembro de la familia, valorando sus cualidades, fortalezas y debilidades, y confiando que, con todo ello, cada uno es capaz de llevar a cabo un compromiso, un reto o una responsabilidad. Esta disposición de aceptación y confianza es fundamental para guiar y acompañar a nuestros hijos en la toma de decisiones.
  2. Nuestras hijas e hijos, además, deben sentir que se les aprecia como un miembro imprescindible para la convivencia diaria. Para ello, hay que dedicar tiempo y escucha a cada miembro de la familia. De este modo, compartiendo los fracasos del día a día, los éxitos, las dudas, las experiencias… estaremos fomentando pequeñas sensaciones interiores de bienestar personal que les permitirán crecer con una percepción interior de seguridad.
  3. Como madres y padres, debemos transmitir a nuestras hijas e hijos una visión sincera y realista de sí mismos. Plantear expectativas inferiores a sus capacidades puede llevarles a la inseguridad, del mismo modo que fijar expectativas demasiado elevadas al momento evolutivo en el que se encuentran puede llevarles a la frustración.
  4. En el momento en el que animamos a nuestros hijos a afrontar retos, asumimos que el error va a formar parte en algún momento de su proceso de crecimiento. Por eso, es importante trabajar con ellos la aceptación del fracaso. Nuestros pequeños tienen que percibir que confiamos en ellos a pesar de los errores que puedan cometer. Y que, ante estos errores, les acompañamos para que puedan asumir sus pequeñas consecuencias. Reparar, pedir perdón o aceptar el error del otro con sinceridad les ayudarán a guiar su propia vida en confianza.

Es importante que estos hábitos acompañen a nuestros pequeños en la familia, pero también en el colegio. En La Farga Infantil, por ejemplo, el día comienza con la asamblea, donde se celebra que no falta ningún compañero o compañera, de modo que todos pueden sentirse importantes e imprescindibles dentro del grupo. Después de las propuestas de aprendizaje, se comparten las experiencias y se aplauden los éxitos o nuevas adquisiciones personales. A lo largo del día, se buscan espacios en los que los alumnos se sientan observados con confianza. Empezar a controlar la cuchara para comer, escribir su nombre o repartir los baberos a sus compañeros, son experiencias diarias que se pueden convertir en oportunidades para generar una actitud sincera de fe en sus posibilidades.

Os animamos, familias, a establecer pequeñas situaciones en casa que motiven a vuestras hijas a e hijos a afrontar pequeños retos y a sentirse capaces de asumir responsabilidades!